Expiación

Ella era el amor de su vida. La conoció en las playas de Mazatlán, durante el verano del 84. Fue ella la que cayó en la cuenta de que su encuentro se produjo durante el solsticio sobre el trópico de cáncer y, por eso, insistía tanto en lo de las almas-espejo.
Además, porque a partir de su encuentro sus poderes psíquicos se habían potenciado. Sus videncias eran más exactas, y su poder de sanación; consultaba el tarot y sus guardianes respondían de manera inmediata a sus preguntas.
Así fue que predijo el desastre del 85. Si los medios le hubiesen permitido pronunciarse, quizá muchas muertes se habrían evitado. Pero no había fundamentos teóricos ni bases científicas. Esa fue la razón por la que dejó de prever cosas e intervenir en el destino de los hombres.
Por lo demás, adoraba los cuarzos y creía fervientemente en su poder energizante. Cuando Valentín vio aquel collar de amatistas en la tienda de Mefisto, pensó que sería un buen regalo para su próximo cumpleaños; lo envolvió cuidadosamente y esperó con paciencia.
Pasaron diez meses que fueron los más felices en la vida de Blanca, y llegó la fecha en la que había de morir. No prestó importancia a los sueños, los signos, las señales, las artes adivinatorias; todo estaba ahí.
La muerte vino envuelta en un fino paño de seda; al descorrerlo, Blanca quedó maravillada con el collar que los seres primigenios habían forjado para liberar a sus semejantes atrapados en esta encarnación. Se lo colocó inmediatamente obedeciendo a esas voces redentoras.
Alcanzó a brindar, por la dicha, por la felicidad, por la magia y por el amor, pero antes de dar el primer sorbo al champagne, el maldito collar se incrustó en su cuello. La sangre empezaba a fluir por las heridas que las piedras habían provocado en su piel y emergía a borbotones por la boca.
Valentín la abrazó impotente, sin saber qué hacer. Alcanzó a prometerle amor eterno, reencontrarse en otras vidas, buscarse para siempre, y ella escuchó esa dulce promesa antes de que su alma emigrara a la fuente divina de donde ambos provenían.