Marcos
Le ocultaron el siniestro dada su corta edad y poco entendimiento, y Cecilia creció adorando a su hermano. Jugaban a la rayuela, al escondite, a los atrapados; no había rincón de la casa que no fuera recorrido por ellos diariamente.
Un día sus padres le contaron el suceso. A partir de esa noche, jugó en silencio para que Marcos no pudiera oírla nunca más.