Marie-Josèphe

La ciudad era horrible; Marie-Josèphe recorrió sus frías calles contemplando la miseria a la que se encontraban sometidos todos sus habitantes casi sin darse cuenta, con una mansedumbre que perturbaba la quietud del alma.
Avanzaba con sus pequeños pies, dando pasos temerosos sobre las duras rocas del empedrado que hacían sonar los cascos de los caballos y las ruedas de los carros a su paso, observando con sus absortos ojos los lúgubres brazos de los pobres que se extendían a su paso y la indiferencia de los adinerados ante la desgracia humana.
Tuvo que apartarse al llegar a una encrucijada; sostuvo sus espaldas contra las impávidas paredes de una solitaria vivienda y cerró sus ojos conteniendo las lágrimas, mientras en su mente resonaban las crueles palabras de la tía Sévàrine, la ciudad no es un sitio para ti; acabará contigo.
No puedo condenar a este infierno a mi hija, pensó; será mejor que regrese y acepte la propuesta de tía Sévàrine. Apenas pudo sostenerse y girar sobre sí misma para intentar volver al lado de su pequeña hija, cuando una sombra terrible se arrojó sobre ella encajándole un cruel puñal en el pecho mientras le arrancaba el gracioso bolso donde llevaba el dinero que había reunido con la ilusión de construir una vida digna.
Marie-Josèphe cayó de espaldas sobre el empedrado y contempló con espanto al monstruo oculto en la ciudad. Vio a las prostitutas salir de los burdeles, siendo esclavas de los más poderosos, y a los huérfanos que al igual que ella morían en las calles, a los menesterosos y hambrientos, que olvidados de Dios pagaban el precio de la humanidad, y a los ricos siendo ricos, y cuya naturaleza ya no era humana sino maligna y los arrastraba al vicio, a la perfidia, esclavizándolos con el sexo y la ambición.
Y finalmente vio asomarse a ese destino tan humano el sublime rostro de su hija, mientras la voz de la tía Sévàrine repetía incansablemente, acabará contigo; la ciudad acabará contigo, para luego disolverse en una carcajada malévola que resonó en las penumbras de la muerte.