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Marie-Josèphe
La ciudad era horrible; Marie-Josèphe recorrió sus frías calles contemplando la miseria a la que se encontraban sometidos todos sus habitantes casi sin darse cuenta, con una mansedumbre que perturbaba la quietud del alma.
Avanzaba con sus pequeños pies, dando pasos temerosos sobre las duras rocas del empedrado que hacían sonar los cascos de los caballos y las ruedas de los carros a su paso, observando con sus absortos ojos los lúgubres brazos de los pobres que se extendían a su paso y la indiferencia de los adinerados ante la desgracia humana.
Tuvo que apartarse al llegar a una encrucijada; sostuvo sus espaldas contra las impávidas paredes de una solitaria vivienda y cerró sus ojos conteniendo las lágrimas, mientras en su mente resonaban las crueles palabras de la tía Sévàrine, la ciudad no es un sitio para ti; acabará contigo.
No puedo condenar a este infierno a mi hija, pensó; será mejor que regrese y acepte la propuesta de tía Sévàrine. Apenas pudo sostenerse y girar sobre sí misma para intentar volver al lado de su pequeña hija, cuando una sombra terrible se arrojó sobre ella encajándole un cruel puñal en el pecho mientras le arrancaba el gracioso bolso donde llevaba el dinero que había reunido con la ilusión de construir una vida digna.
Marie-Josèphe cayó de espaldas sobre el empedrado y contempló con espanto al monstruo oculto en la ciudad. Vio a las prostitutas salir de los burdeles, siendo esclavas de los más poderosos, y a los huérfanos que al igual que ella morían en las calles, a los menesterosos y hambrientos, que olvidados de Dios pagaban el precio de la humanidad, y a los ricos siendo ricos, y cuya naturaleza ya no era humana sino maligna y los arrastraba al vicio, a la perfidia, esclavizándolos con el sexo y la ambición.
Y finalmente vio asomarse a ese destino tan humano el sublime rostro de su hija, mientras la voz de la tía Sévàrine repetía incansablemente, acabará contigo; la ciudad acabará contigo, para luego disolverse en una carcajada malévola que resonó en las penumbras de la muerte.
Posted on June 24th, 2023
Marcos
Le ocultaron el siniestro dada su corta edad y poco entendimiento, y Cecilia creció adorando a su hermano. Jugaban a la rayuela, al escondite, a los atrapados; no había rincón de la casa que no fuera recorrido por ellos diariamente.
Un día sus padres le contaron el suceso. A partir de esa noche, jugó en silencio para que Marcos no pudiera oírla nunca más.
Posted on June 23rd, 2023
Los inconvenientes de la fábula
Habían pasado cien largos y lúgubres años, y llegó el día en que tenía que despertar.
Cuando el príncipe llegó, ella sintió su presencia como un espasmo recorriendo su piel blanca como velo de novia.
Cada paso que daba mientras ascendía por la antigua escalera era un impulso de vida que bombardeaba su corazón.
Cuando por fin alcanzó la cámara secreta en lo alto de la torre y vio el cuerpo amortajado de Talía, se acercó lentamente; descubrió el velo blanco que cubría su piel resplandeciente, apenas tocada por el sello de la muerte, y se inclinó ante ella.
Aquella proximidad, aquel suspirar cálido y humano, ese latir palpitante de su corazón, el dulce sonido como el gracioso correr de las aguas en verano, fue lo que la trajo de vuelta a la vida.
Al cerrar los ojos para posar sus graciosos labios sobre los de la doncella, Talía hincó sus colmillos en el hermoso cuello del príncipe que agonizante comprendía la dolorosa experiencia del amor.
Posted on June 22nd, 2023
Gloria
Parecía una mujer encantadora; David la había elegido de entre una veintena de jovencitas con las que se había entrevistado en los últimos meses, luego de que su padre le presionara para contraer nupcias.
Ten piedad de mí, exclamaba el viejo, soy anciano y estoy enfermo; no quiero morir sin conocer nietos. Los miedos más profundos de las personas terminan cumpliéndose con mayor facilidad en el menor tiempo posible. Así, el padre murió en la víspera del compromiso y David, creyendo honrar su memoria, resolvió pedir a la joven en matrimonio.
Los primeros meses en unión son enteramente satisfactorios para los contrayentes, pero conforme pasa el tiempo la oscuridad va emergiendo de las profundidades y nos termina por colocar frente a frente con el monstruo.
Durante mucho tiempo, David intentó tener un hijo con Gloria. Pero ocurría que ella perdía los productos antes del tercer mes de gestación; en todas esas ocasiones, David había estado entregado al trabajo y cuando llegaba a su casa encontraba a su esposa envuelta entre las sábanas ensangrentadas, llorando su desdicha.
Cada ocasión de aborto, Gloria se recluía en su recámara y permanecía encerrada por poco menos de una semana, después de la cual, salía con un semblante resplandeciente, vivo y hermoso, como si no hubiese perdido una sola gota de sangre.
Un día, se presentó una nueva oportunidad para ambos de ser padres. David renunció a su empleo y se entregó por completo al cuidado de su esposa; Gloria trató de convencerlo para que retomase su vida con normalidad, pero él no estaba dispuesto a correr riesgos.
Con David merodeando en la casa los días y las noches, Gloria empezó a impacientarse. Los tres meses de embarazo estaban próximos a cumplirse y era necesario que ella hiciese el ritual que había venido celebrando por generaciones. Así que una noche, mientras David se preparaba para descansar, se incorporó y dijo: tengo un súbito antojo de un helado con trocitos de avellanas. Ella sabía que David no la dejaría poner un pie fuera de la cama y se ofrecería a ir, poniendo fin a la vida de su hijo.
Apenas David salió de la casa, Gloria se recostó en la cama conyugal. Llevó sus delicadas manos a su sexo y empezó por hurgarse las entrañas como si se entregase al placer propio, y después con un gesto de dolor rasgó con sus dedos el fruto de su vientre.
Sus manos ensangrentadas entraban y salían del resquicio del placer para depositar el misterio de la vida entre sus labios. David llegó de imprevisto, porque había olvidado su billetera sobre el pequeño buró, y vio la abominación que Gloria perpetraba.
—¿Has sido tú todo el tiempo? —dijo saliendo de su asombro—. Dime, ¿por qué me has hecho sufrir de esta manera?
—Era necesario; no tenía opción. Eran tus hijos o yo. Hace mucho tiempo, fui sacerdotisa del templo de Ishtar. Me entregué a los misterios de la diosa y alcancé de ella la inmortalidad; pero debo tomar la vida de otros seres para perpetrar la mía. Sin embargo, no queriendo lastimar a nadie, pedí a la diosa que me permitiese vivir de mis propios frutos. Ahora que lo sabes, no tiene caso que me quede a tu lado.
David se arrojó furioso sobre ella y de súbito vio horrorizado su transformación; grandes colmillos emergieron de su boca y se clavaron en su cuello.
Todo pasó tan rápido que apenas consiguió verla alejarse antes de que su alma cayera en las penumbras.
Posted on June 21st, 2023
Reptilia
Los acontecimientos más singulares suceden de forma inesperada; lo imprevisto hace posible que lo misterioso se acerque a nosotros sin ser notado, como reptil acechando a su presa desde las profundidades del pantano.
Por las mañanas, los faroles iluminan las penumbras moribundas con desaliento; las calles del centro parecen los senderos del inframundo con toda la neblina flotando, como si fueran ánimas malditas condenadas al olvido de sí mismas.
La brisa se abre paso a través de los finos orificios del gracioso gorrito tejido de lana que cubre la cabeza del hombre que camina por la acera, con la esperanza de encontrar un vehículo disponible.
Medita al llegar a una esquina solitaria; cerca, pasan dos transeúntes cuyas sombras van adquiriendo brillo hasta mostrarse como vívidas imágenes que abordan un taxi, dejándolo nuevamente a merced de las soledades del alba.
De súbito, un auto se detiene —nuestro hombre se acerca a intercambiar algunas palabras antes de abordar; al sentarse nota un olor desconocido que arrebata su corazón con impulsos violentos.
Se deja fascinar por el vaivén del automóvil atravesando las sombras del tiempo; se apoya sobre los respaldos y cierra los ojos al sentir los primeros rayos solares cayendo sobre su rostro gélido.
Percibe nuevamente aquel olor seductor; huele a musgo, a madera recién cortada, a valle sagrado, a polvo celestial, a tiempo antes del tiempo, a numen, a mysteria tremenda, a verdad última, a gloria revelada.
Se deja cautivar por la atmósfera misteriosa que rodea a aquel ser que lo conduce hacia un fin inevitable, a vivir una de las experiencias más inusitadas; abre los ojos y pone su vista al frente, donde un par de manos ásperas se aferran al volante.
A través del retrovisor, puede contemplar los ojos del lagarto; a pesar de que el temor lo invade por completo, una serenidad profunda confronta la angustia que le provoca aquel ser desconocido.
Sometido a la voluntad del reptil, y a sus deseos, nuestro hombre se deja guiar hasta su guarida; se desnuda y se entrega al monstruo, a nosotros, con insólito placer.
Entonces, surgimos de las sombras abismales, la tribu, y mientras nuestro hombre goza de esa unión profana, los reptiles nos acercamos sigilosos para alimentarnos del cuerpo y de la sangre del homínido.
Posted on June 20th, 2023